Análisis de Pajaritos, bravos muchachitos del Indio Solari

La revista RollingStone realizó un análisis tema por tema del nuevo disco del Indio solari y lo compartimos a continuación.

1. «A los pájaros que cantan sobre las selvas de Internet». Viento, ruidos amenazantes, una guitarra que pica hielo y un órgano en frecuencia tenebrosa. Es un típico comienzo Solari, con una voz procesada que suelta exhalaciones de monstruo en una atmósfera de comedia musical. En la tercera estrofa el Indio fuerza la voz hasta convertirla en caricatura. «Qué novedosos son los pajaritos con sus dientes de brillo filoso». Todo parece apuntar a los usuarios de Twitter que lo fastidian.

2. «Beemedobleve». Después de ese comienzo tan teatral y «texturado», Solari opta por meter rápido una canción de guitarra con melodía y aire, liderada por las manos sueltas de Baltasar Comotto y Gaspar Benegas. El narrador cuela la palabra «pastatrola» y ve pasar su «muerte en un lanchón», haciendo resonar el imaginario ricotero de «Tarea fina». Solari canta en un tono bajo y contenido.

3. «A la luz de la luna». Una marcha de rock sobre la que construye uno de sus clásicos relatos de fascinación ante una figura femenina de carácter. «Bebe cerveza a punto, a punto calentito», dice sobre alguien que no podrá quedarse en sus brazos esta noche. Una canción de amor hecha y derecha, con un solo de guitarra que se diluye en fade-out.

4. «Las supersticiones traen mala suerte». La acumulación de arreglos, las guitarras virtuosas y el ritmo duro y parejo de la batería, más la voz del Indio recargando la atmósfera -un resaltador luminoso sobre una hoja negra-, terminan aplanando todo y haciendo que uno pida un respiro, una descompresión.

5. «Amok! Amok!». Uno de los buenos momentos del álbum. En la onda Finisterre, la combinación de un paisaje sónico frío (una batería casi trip hop) y la melodía de voz que va flotando deriva en un estribillo sugerente, y tal vez en el mejor solo del disco.

6. «Chau mohicano». Si bien Solari con el tiempo se fue adjudicando el monopolio compositivo de los Redondos, canciones como ésta hacen pensar que hay un factor X de Patricio Rey que al Indio se le hace difícil reproducir. Tal vez tenga que ver con una simple decisión estética, pero por momentos las melodías de voz suenan un tanto lineales. Vuelve a cerrar el tema con un solo de guitarra en fade-out. Casi un criterio de edición para el 80% del álbum.

7. «Arca Monster» . Un cambio de ritmo, la voz detrás del batifondo de bajo y guitarras y un estribillo casi rapeado. Como dato raro, es el segundo tema del rock nacional de 2013 que menciona al dios nórdico Odín (Babasónicos lo hizo en Romantisísmico). Un violín de reminiscencias celtas pone a bailar el final de la canción.

8. «Cada pequeña muerte». Una melodía lenta sobre una base rápida, un lindo dibujo del saxo de Sergio Colombo y otro solo épico de Comotto. Una buena canción que parece aludir a esa petit morte también conocida como orgasmo.

9. «Babas del Diablo». Mientras el dueto de guitarras hace su vida, el Indio acelera y se llena la boca con una dicción canyengue para hablar de «el zumba», voz lunfarda que ya había usado en «Gualicho». El estribillo es uno de los momentos más vertiginosos y precisos del disco. Podría ser un hit de los Redondos de la época de Lobo suelto.

10. «Había una vez». Gran canción de amor y desapego. Los versos acá se encadenan con otra fluidez, y el Indio canta: «Vengo cínico, fóbico, crudo, hervido y asado por vos…». Es una performance vocal que rankea alto en su catálogo, con sutiles cambios de ritmo y tono.

11. «Un par de fantasmas». Rock bailable de dientes apretados, con una de esas letras en las que Solari le pasa factura a alguien impreciso, muy en la línea «Blues de la artillería». «Acabado, ya sos nadie», canta. La trompeta hiriente de Miguel Tallarita le suma disonancia a estos cuatro minutos de rencor que terminan con canto de pajaritos, voces en fuga y el sample de una alemana de la época del cabaret.

12. «Mi pajarita pechiblanca». El tema compuesto e interpretado con los ex Redondos Semilla Bucciarelli, Sergio Dawi y Walter Sidotti es el más festivo. Tiene un comienzo medio «Clint Eastwood» de Gorillaz, pero en clave gitana, con acordeón y un Solari que canta en tono paródico. Hay algo relajado y lúdico que resulta contagioso, incluso una risa al final y aplausos (suenan un poco in your face, debe decirse) que remiten al espíritu ricotero del tiempo de Gulp!, cuando el experimento colectivo todavía no se había profesionalizado.

Fuente: Pablo Plotkin / Rolling Stone

Escuchaste el disco?  Que te pareció? Dejanos tu comentario.